Copiosamente llueve en mi alma,
abriendo la acústica de la tormenta
Las calles son canales que desvelan,
y muerden el pulso de la sangre
El cielo está llorando y llueve,
sobre mi pecho y sus afluentes
Palpita el latido de mis nervios,
a la luz de los rayos ardientes
En la noche camina mi espíritu solo,
mi espíritu ansioso de contentos
De soles que agonizan sin remedio,
dejando al resignado deleite incompleto
Hay almas escurriendo en los cristales,
los hombres cruzan fugaces y se ocultan
Un ímpetu de sombra y de amargura,
clama vanamente por sus venas
Hasta la fiebre tiene sed de auroras,
hasta el alma persigue lagunas
Raíces de recuerdos que descomponen,
y estremecen la noche sin luna.
Ana Barroso Molina
abriendo la acústica de la tormenta
Las calles son canales que desvelan,
y muerden el pulso de la sangre
El cielo está llorando y llueve,
sobre mi pecho y sus afluentes
Palpita el latido de mis nervios,
a la luz de los rayos ardientes
En la noche camina mi espíritu solo,
mi espíritu ansioso de contentos
De soles que agonizan sin remedio,
dejando al resignado deleite incompleto
Hay almas escurriendo en los cristales,
los hombres cruzan fugaces y se ocultan
Un ímpetu de sombra y de amargura,
clama vanamente por sus venas
Hasta la fiebre tiene sed de auroras,
hasta el alma persigue lagunas
Raíces de recuerdos que descomponen,
y estremecen la noche sin luna.
Ana Barroso Molina
Las lágrimas del cielo contagian a los hombres...
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.